¿Dónde están mis alas?
Edificios grises que se derrumban inundando la atmósfera de una nube de polvo en una noche fría y despejada. Seres que al otro lado del mundo suplican ayuda mientras siguen con su constante existencia. Pierdo la respiración en el fondo de un océano en el que creía sentirme a salvo. Enjaulado por barrotes de hierro, un redentor perdido sufre en sus carnes la miseria de los que imploran su auxilio. No es el fuego quien lo ha encerrado. Lentamente mueren los segundos de un espejo frío apoyado en la pared de una habitación abandonada en una casa senil. La perdida de la aparente alegría es la que nos conduce al origen de la partida. Las vidrieras lloran con el paso de la oscuridad camino del altar afrentado.