Fine
Desayunan galletas de chocolate con los pies metidos en el río. Hacen máscaras con hojas caídas de los árboles para representar obras de teatro. Deletrean el abecedario cantando mientras van saltando por el bosque. No les importa ir seguidos por un grupo de percusionistas sin caras ni hogar que tocan ritmos frenéticos que producen más entusiasmo. La niebla no les impide correr entre los árboles, ellos susurran con sentimientos dónde están. Al anochecer se refugian en la montaña para contar historias de fiestas de cumpleaños con ganchitos, tartas, serpentinas y confeti. Lo único que les podría hacer entristecer, es saber que todos los días de su vida serán iguales, igual de felices.