Mutuo consuelo
Soy un peregrino fugitivo refugiado en tu delirio. Después recorrer kilómetros de palabras día tras día, te encontré. Tu figura bajo la lluvia era consternada por el miedo. La tormenta te había perseguido desde lo decrépito de tu memoria. Al verme, supiste que a pesar de no traer la felicidad, al menos alejaría la tempestad, una sonrisa se dibujó en tu cara.